El 18 de julio de 1871 se inauguró oficialmente el servicio de agua corriente a la ciudad de Montevideo, jornada histórica para la ciudad y para la salud pública nacional que marca un hito en el desarrollo urbano y sanitario del país.
Hasta ese momento, quienes vivían en la capital dependían de fuentes poco confiables para el consumo de agua, abasteciéndose a través de aljibes y pozos mientras los aguateros distribuían el agua en carros tirados por caballos por toda la zona. Esta situación, además de ineficiente, era riesgosa para la salud debido a que el agua podía contaminarse y traer consigo enfermedades de transmisión hídrica (cólera, fiebre tifoidea, diarrea, entre otras).

Ante estas circunstancias, se hacía necesario apuntar a una mejora que estuviera a la par de una ciudad en crecimiento y que terminara con la escasez y las dificultades del acceso al recurso.
En el año 1968 comenzó la construcción de una usina de bombeo a vapor, una tubería de casi 60 km y la instalación de tres fuentes (plaza de la Constitución, plaza Artola y plaza Flores) que recibían el agua. El lugar elegido para instalar la usina fue a 56 km de Montevideo, a orillas del Río Santa Lucía en el Paso de Las Piedras, punto donde las aguas tenían la mejor calidad.
El establecimiento de obreros con sus familias, y luego la incorporación de trabajadores a la planta en funcionamiento, dio origen a la Villa de Aguas Corrientes, que hasta el día de hoy tiene un vínculo muy estrecho con la producción del agua potable.
El recurso captado desde el Río Santa Lucía viajaba a la capital mediante un sistema de bombeo y cañerías de hierro fundido, decenas de kilómetros hasta llegar a Montevideo. Allí se construyó un depósito regulador en el barrio Cordón, desde donde se distribuía a distintos puntos. Esto fue posible gracias al proyecto impulsado por Enrique Fynn, junto con Lezica y Lanús, quienes fundaron la Compañía de Aguas Corrientes en el año 1867.

Luego de varios años de trabajo, llegó el agua corriente a la ciudad en julio de 1871.
Al comienzo el agua era bombeada en condiciones naturales, es decir que no tenía ningún tratamiento, salvo por la decantación por la que adquiría aspecto de limpia, por medio de una tubería hacia un depósito ubicado en Cuchilla Pereyra, en las proximidades de la ciudad de Las Piedras. Luego se trasladaba el agua por la 1ª Línea de Bombeo (la cual contaba con un peso total de 13.000 toneladas) desde Aguas Corrientes hasta la fuente de la plaza Constitución (actual plaza Matriz), donde los vecinos podían ir a abastecerse. Además de esa fuente ornamental, la Compañía debió instalar dos fuentes más, que se ubicaron una en la plaza de Artola (actual plaza de los Treinta y Tres) y la plaza Flores en la zona del Palacio Legislativo.
El 13 de mayo de 1871, a las 6:50 horas, llegó por primera vez el agua bombeada desde el río Santa Lucía hasta Montevideo. El 18 de julio de ese mismo año se inauguró oficialmente el servicio con un acto en la plaza Constitución, en el que participó el presidente Lorenzo Batlle. La actividad de los aguateros se fue desplazando hacia los suburbios, y de a poco fue desapareciendo.
En 1879, los concesionarios Lezica, Lanús y Fynn, a solo 8 años de haber iniciado el servicio de agua corriente a Montevideo, cedieron la concesión a la Compañía inglesa The Montevideo Waterworks Cº Ltda., quién estuvo a cargo del servicio hasta que pasó a manos del Estado en el año 1950.
Este legado que aún perdura en la infraestructura pública debió abastecer a 60.000 personas y significó una gran obra para ese momento, resultando ser un símbolo de la Revolución Industrial.